viernes, 4 de diciembre de 2009

II DOMINGO DE ADVIENTO (Lucas 3, 1-6)



Del Profeta Baruc.
“Dios ha mandado abajarse a todos los montes elevados, a todas las
colinas encumbradas, ha mandado que se llenen los barrancos hasta allanar el suelo,  para que Israel
camine con seguridad,
guiado por la gloria de Dios”




No es cuestión de parchear la carretera  por donde transcurrimos como cristianos porque lo que puede estar en mal estado es el firme: nuestro particular modo de entender ser cristianos sobre el que echamos los criterios para andar. Si el firme no es Cristo, fundamento de nuestra fe, nos puede resultar confuso eso de abajar colinas o rellenar socavones.

No es cuestión de arreglar sino de cambiar, de lo contrario nuestro caminar será inseguro, carecerá nuestra carretera  de peraltes para que en las curvas de la vida no nos precipitemos al vacío, faltarán los quitamiedos y sin ellos quedar agarrotados en la duda, tendremos innumerables cambios de rasante  que impiden la visión de lo por venir.

En este momento histórico preciso, tan preciso como en el que San Juan Bautista predicaba el cambio, lo que importa es caminar desprendidos de lo viejo, andar haciendo el nuevo camino con  la propia existencia, ya lo decía el poeta, sí que guiados por el que es el Camino y  la Vida y la Verdad, el que hace nuevas todas las cosas, del que anhelamos su venida con la esperanza emprendedora del que, pisando sin zozobra el terreno, extiende como un manto el propio andar, fatigoso tantas veces, pero hecho carretera transitable, vía gloriosa para que El Señor venga y contemplarlo como Salvación.




Del Evangelio de San Lucas.
La palabra de Dios vino sobre Juan, hijo de Zacarías…..predicaba un bautismo de conversión... “Una voz grita en el desierto:
preparad el camino del Señor, allanad sus senderos… y todos
verán la salvación de Dios”

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