La multitud está expectante; la noche se ha iluminado en la espera; la misma gente ha abierto un ordenado camino para el que viene.
¿Sendero para comenzar algo nuevo cargado de gozo o para concluir cuatro días de alegría? Simplemente se esperaba a la gigante marioneta Lucas (muñeco pirotécnico) para que clausurara el ya olvidado Foro Mundial de las Culturas celebrado en Monterrey allá por el año 2007.
¿Sendero para comenzar algo nuevo cargado de gozo o para concluir cuatro días de alegría? Simplemente se esperaba a la gigante marioneta Lucas (muñeco pirotécnico) para que clausurara el ya olvidado Foro Mundial de las Culturas celebrado en Monterrey allá por el año 2007.
“Hermanos: Estad siempre alegres en el Señor;
os lo repito, estad siempre alegres.
Que vuestra mesura la conozca todo el mundo.
El Señor está cerca.” (San Pablo a los Filipenses)
El Señor está cerca, verdad, pero quizás con tantas luces inexpresivas o muy expresivas, según se miren, se queda uno de piedra, o de bronce, pensando si esa alegría tan de alumbrado es la misma en la que, como cristianos, hemos de permanecer.
¿Qué hacemos para despejar las dudas que siempre afloran en un adviento donde los hijos de las tinieblas nos han ganado en astucia?
San Juan nuevamente nos da pistas claras, nos sugiere cómo dar luz de júbilo a un mundo de relumbrón y algarabía diseñada que oculta, si aún no se ha sumido por completo en la insensatez, la procesión que tantas veces va por dentro.
En aquel tiempo la gente preguntaba a Juan: "¿Entonces qué hacemos?" El contestó: "El que tenga dos túnicas, que se las reparta con el que no tiene; y el que tenga comida, haga lo mismo." Evangelio de San Lucas
Compartir la vida toda, desapropiados de exigencias, de extorsiones soterradas, de aprovechamientos feroces, de mangoneos, de falsedades, de desvergüenzas, de mentiras siempre paticortas...
Compartir, porque Aquel que está cerca, al que no somos dignos ni desatarle el calzado, llega rebajado de su rango divino, para servir al hombre, despertando en cada uno lo mejor de sí, abriéndonos los ojos para quedemos deslumbrados ante la sencillez del Dios que nos visita para quedarse con todos, en medio nuestro.
Gritad jubilosos:
"Que grande es en medio de ti
el santo de Israel."
"Que grande es en medio de ti
el santo de Israel."
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