domingo, 27 de diciembre de 2009
sábado, 26 de diciembre de 2009
domingo, 20 de diciembre de 2009
miércoles, 16 de diciembre de 2009
NIÑA DEL SÍ
Todo estaba pendiente de tu boca.
Igual que si los hombres, de golpe, se sintieran
con la vida en las manos, detenida,
como un reloj callado y a la espera.
Como si Dios tuviera que esperar un permiso...
Tu palabra sería la segunda palabra
y ella recrearía el mundo estropeado
como un juguete muerto que volviera a latir súbitamente.
Tú pondrías en marcha, otra vez, la ternura.
Orilla virginal de la palabra, niña del sí preñada con el Verbo,
sin la más leve sombra de no, toda en el Día.
Dios encontraba en ti, desde el primer albor de tus latidos,
la respuesta cabal a su pregunta
sobre la Nada en flor...
Tú lo hacías dichoso desde el Tiempo.
Tu corazón se abría como una playa humilde, sin diques fabricados,
y en la arena sumisa de tu carne el mar de Dios entraba enteramente.
Niña del sí, perfecto en la alabanza como una palma de Cadés invicta;
jugoso en la alegría rebrotada, como la vid primera;
pequeño como el viento de un párpado caído, y poderoso
como el clamor del Géresis.
Niña del sí desnudo, como un tallo de lirio
bajo el filo implacable de la Gloria...
Cuanto más cerca de la Luz vivías,
más en la noche de la Fe topabas, a oscuras, con la Luz,
y más hondas raíces te arrancaba tu sí, ¡niña del sí más lleno!
Tú diste más que nadie, cuando más recibías,
infinita de seno y de esperanza.
¡Tú creíste por todos los que creen y aceptaste por todos...!
Creías con los ojos y con las manos mismas, y hasta a golpes de aliento
tropezaba tu fe con la Presencia en carne cotidiana.
Tú aceptabas a Dios en su miseria, conocida al detalle, día a día:
en las especies torpes del vagido
y en las especies del sudor cansado
y en el peso vencido de la muerte...
¡Rehén de la victoria de la Gracia, fianza de la tierra contra el Cielo,
gavilla de cordera, presentada y encinta!
Porque has dicho que sí,
Dios empieza otra vez, con tu permiso, niña del sí, María.
Las alas de Gabriel abren el arco por donde pasa entera la Gloria de Yahvé.
El arca de tu seno, de madera de cedros incorrupta, viene con el Ungido.
La Primavera acecha detrás de Nazaret, regada por el llanto,
y sobre las banderas blancas de los almendros
el trino de tu voz rompe en el júbilo, humildemente solo.
Pedro Casaldáliga. «Llena de Dios y tan nuestra. Antología Mariana»
Todo estaba pendiente de tu boca.
Igual que si los hombres, de golpe, se sintieran
con la vida en las manos, detenida,
como un reloj callado y a la espera.
Como si Dios tuviera que esperar un permiso...
Tu palabra sería la segunda palabra
y ella recrearía el mundo estropeado
como un juguete muerto que volviera a latir súbitamente.
Tú pondrías en marcha, otra vez, la ternura.
Orilla virginal de la palabra, niña del sí preñada con el Verbo,
sin la más leve sombra de no, toda en el Día.
Dios encontraba en ti, desde el primer albor de tus latidos,
la respuesta cabal a su pregunta
sobre la Nada en flor...
Tú lo hacías dichoso desde el Tiempo.
Tu corazón se abría como una playa humilde, sin diques fabricados,
y en la arena sumisa de tu carne el mar de Dios entraba enteramente.
Niña del sí, perfecto en la alabanza como una palma de Cadés invicta;
jugoso en la alegría rebrotada, como la vid primera;
pequeño como el viento de un párpado caído, y poderoso
como el clamor del Géresis.
Niña del sí desnudo, como un tallo de lirio
bajo el filo implacable de la Gloria...
Cuanto más cerca de la Luz vivías,
más en la noche de la Fe topabas, a oscuras, con la Luz,
y más hondas raíces te arrancaba tu sí, ¡niña del sí más lleno!
Tú diste más que nadie, cuando más recibías,
infinita de seno y de esperanza.
¡Tú creíste por todos los que creen y aceptaste por todos...!
Creías con los ojos y con las manos mismas, y hasta a golpes de aliento
tropezaba tu fe con la Presencia en carne cotidiana.
Tú aceptabas a Dios en su miseria, conocida al detalle, día a día:
en las especies torpes del vagido
y en las especies del sudor cansado
y en el peso vencido de la muerte...
¡Rehén de la victoria de la Gracia, fianza de la tierra contra el Cielo,
gavilla de cordera, presentada y encinta!
Porque has dicho que sí,
Dios empieza otra vez, con tu permiso, niña del sí, María.
Las alas de Gabriel abren el arco por donde pasa entera la Gloria de Yahvé.
El arca de tu seno, de madera de cedros incorrupta, viene con el Ungido.
La Primavera acecha detrás de Nazaret, regada por el llanto,
y sobre las banderas blancas de los almendros
el trino de tu voz rompe en el júbilo, humildemente solo.
Pedro Casaldáliga. «Llena de Dios y tan nuestra. Antología Mariana»
martes, 15 de diciembre de 2009
DOMINGO TERCERO DE ADVIENTO
La multitud está expectante; la noche se ha iluminado en la espera; la misma gente ha abierto un ordenado camino para el que viene.
¿Sendero para comenzar algo nuevo cargado de gozo o para concluir cuatro días de alegría? Simplemente se esperaba a la gigante marioneta Lucas (muñeco pirotécnico) para que clausurara el ya olvidado Foro Mundial de las Culturas celebrado en Monterrey allá por el año 2007.
¿Sendero para comenzar algo nuevo cargado de gozo o para concluir cuatro días de alegría? Simplemente se esperaba a la gigante marioneta Lucas (muñeco pirotécnico) para que clausurara el ya olvidado Foro Mundial de las Culturas celebrado en Monterrey allá por el año 2007.
“Hermanos: Estad siempre alegres en el Señor;
os lo repito, estad siempre alegres.
Que vuestra mesura la conozca todo el mundo.
El Señor está cerca.” (San Pablo a los Filipenses)
El Señor está cerca, verdad, pero quizás con tantas luces inexpresivas o muy expresivas, según se miren, se queda uno de piedra, o de bronce, pensando si esa alegría tan de alumbrado es la misma en la que, como cristianos, hemos de permanecer.
¿Qué hacemos para despejar las dudas que siempre afloran en un adviento donde los hijos de las tinieblas nos han ganado en astucia?
San Juan nuevamente nos da pistas claras, nos sugiere cómo dar luz de júbilo a un mundo de relumbrón y algarabía diseñada que oculta, si aún no se ha sumido por completo en la insensatez, la procesión que tantas veces va por dentro.
En aquel tiempo la gente preguntaba a Juan: "¿Entonces qué hacemos?" El contestó: "El que tenga dos túnicas, que se las reparta con el que no tiene; y el que tenga comida, haga lo mismo." Evangelio de San Lucas
Compartir la vida toda, desapropiados de exigencias, de extorsiones soterradas, de aprovechamientos feroces, de mangoneos, de falsedades, de desvergüenzas, de mentiras siempre paticortas...
Compartir, porque Aquel que está cerca, al que no somos dignos ni desatarle el calzado, llega rebajado de su rango divino, para servir al hombre, despertando en cada uno lo mejor de sí, abriéndonos los ojos para quedemos deslumbrados ante la sencillez del Dios que nos visita para quedarse con todos, en medio nuestro.
Gritad jubilosos:
"Que grande es en medio de ti
el santo de Israel."
"Que grande es en medio de ti
el santo de Israel."
lunes, 7 de diciembre de 2009
INMACULADA CONCEPCION DE LA SANTISIMA VIRGEN MARIA
Bendito sea Dios,
Padre de nuestro Señor Jesucristo
que nos ha bendecido en la persona de Cristo
con toda clase de bienes espirituales y celestiales.
El nos eligió en la persona de Cristo
-antes de crear el mundo -
para que fuésemos santos
e irreprochables ante él por el amor.
Padre de nuestro Señor Jesucristo
que nos ha bendecido en la persona de Cristo
con toda clase de bienes espirituales y celestiales.
El nos eligió en la persona de Cristo
-antes de crear el mundo -
para que fuésemos santos
e irreprochables ante él por el amor.
Carta de san Pablo a los Efesios
Llena de gracia; canto del Altísimo; encumbrada en la maravilla de Dios, figura de la Iglesia que alaba a la más Pura que el sol, y siempre a la luz del “Sol que nace de lo alto” que la envuelve y la perfila nítida para los ojos y vida de sus hijos.
Envuelta su persona en el color azul de lo divino, tan ceñida de Dios que nos hace clamar con el poeta: “Señor ¡ cómo has venido azul sobre la tierra, tras tantos días oculto tras tu lluvia y tu viento”!.
Aurora del Esperado, María. Portadora del Dios Amor, llevado sobre sí como carga ligera: suave y amplio abrigo de protección y amparo.
¡Salve, Señora, Reina santa,
Madre santa de Dios, María! Eres Virgen hecha Iglesia,
elegida por el santísimo Padre del cielo,
Consagrada por él con su santísimo amado Hijo
y con el Espíritu Santo Paráclito …
¡Salve, palacio de Dios! ¡Salve, tabernáculo de Dios!
¡Salve, palacio de Dios! ¡Salve, tabernáculo de Dios!
¡Salve , casa Dios! ¡Salve, vestidura de Dios!
¡Salve, esclava de Dios! ¡Salve, madre suya!
San Francisco de Asis
viernes, 4 de diciembre de 2009
II DOMINGO DE ADVIENTO (Lucas 3, 1-6)
Del Profeta Baruc.
“Dios ha mandado abajarse a todos los montes elevados, a todas las
colinas encumbradas, ha mandado que se llenen los barrancos hasta allanar el suelo, para que Israel
camine con seguridad,
guiado por la gloria de Dios”
colinas encumbradas, ha mandado que se llenen los barrancos hasta allanar el suelo, para que Israel
camine con seguridad,
guiado por la gloria de Dios”
No es cuestión de parchear la carretera por donde transcurrimos como cristianos porque lo que puede estar en mal estado es el firme: nuestro particular modo de entender ser cristianos sobre el que echamos los criterios para andar. Si el firme no es Cristo, fundamento de nuestra fe, nos puede resultar confuso eso de abajar colinas o rellenar socavones.
No es cuestión de arreglar sino de cambiar, de lo contrario nuestro caminar será inseguro, carecerá nuestra carretera de peraltes para que en las curvas de la vida no nos precipitemos al vacío, faltarán los quitamiedos y sin ellos quedar agarrotados en la duda, tendremos innumerables cambios de rasante que impiden la visión de lo por venir.
En este momento histórico preciso, tan preciso como en el que San Juan Bautista predicaba el cambio, lo que importa es caminar desprendidos de lo viejo, andar haciendo el nuevo camino con la propia existencia, ya lo decía el poeta, sí que guiados por el que es el Camino y la Vida y la Verdad, el que hace nuevas todas las cosas, del que anhelamos su venida con la esperanza emprendedora del que, pisando sin zozobra el terreno, extiende como un manto el propio andar, fatigoso tantas veces, pero hecho carretera transitable, vía gloriosa para que El Señor venga y contemplarlo como Salvación.
Del Evangelio de San Lucas.
La palabra de Dios vino sobre Juan, hijo de Zacarías…..predicaba un bautismo de conversión... “Una voz grita en el desierto:
preparad el camino del Señor, allanad sus senderos… y todos
verán la salvación de Dios”
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